Durante el embarazo había ido disminuyendo el ritmo de trabajo para dedicarme a la relación con mi bebé desde el momento cero. Pero pronto, me di cuenta de que esto no era suficiente para afrontar la dura situación que estábamos viviendo.
Necesitábamos muchos más apoyos, más personas, más guías. Necesitábamos más paz y sensibilidad. Y sobre todo, más tribu.
Así que al unirse mi experiencia como psicoterapeuta con el hecho de traer una criatura al mundo y vivir en primera persona la distancia que hay entre cómo nos imaginamos la maternidad, cómo se habla de ella y cómo es en realidad, sentí la llamada de buscar nuevas herramientas que permitieran vivir esta experiencia de forma más liviana y saludable.